El sistema de salud mental solo atiende a 1 de cada 5 personas que acuden en búsqueda de ayuda. Durante los 20 minutos que dura la sesión, el clínico se limita a marcar una lista de síntomas, mientras el paciente expresa su malestar. Una vez concluido el tiempo, el terapeuta asigna a este 20% de la población una etiqueta diagnóstica que indirectamente llevará consigo toda su vida. La próxima visita, de media, no será hasta dentro de tres meses.
‘Es como un juego de reconocimiento de patrones, pero en lugar de gritar "BINGO" con entusiasmo, un terapeuta dice "Tienes depresión mayor" o "Tienes trastorno de pánico".’ – S. Hayes
Todos nos enfrentamos a desafíos de salud mental de forma regular por lo que no es necesario un sistema que estigmatice a las personas, sino un sistema de salud universal que trate a las personas por sus condiciones individuales, aspiraciones, capacidades y el anhelo por realizar un cambio en su vida.
Por lo tanto, la terapia psicológica es y debe ser para todos. Al igual que acudimos al gimnasio para cuidar nuestra salud física, el 100% de las personas que acuden a terapia psicológica buscan cuidar su salud mental.
Los usuarios que visitan los gabinetes psicológicos, la mayor parte de las veces privados, no necesitan un sistema de clasificación, sino un terapeuta que les muestre el camino para orientarse en la vida en dirección a sus propios valores.
‘No hay enfermedades latentes en la mente, solo personas con verdaderos desafíos de salud mental que pueden abordarse desarrollando las habilidades psicológicas necesarias basadas en la evidencia.’ – S. Hayes
La práctica actual ya está evolucionando y profesionales alrededor del mundo se cuestionan el modelo médico de salud y enfermedad en el que se basa la psicología clínica. Las terapias de tercera generación son una de ellas, estas terapias aportan innovación a la psicología clínica y suponen un retorno a la perspectiva contextual que dan respuesta a la insatisfacción que hoy producen las categorías diagnósticas y aportan un modelo transdiagnóstico con principios terapéuticos generales.
Un ejemplo de modelo transdiagnóstico es la Terapia de Aceptación y Compromiso, no se centra en el cambio o la supresión de síntomas (como haría la Terapia Cognitivo Conductual con la reestructuración cognitiva), sino pone el énfasis de sus intervenciones en el por qué y para qué de dichas técnicas; ofrece herramientas eficaces que ayudan a las personas a recontextualizar lo que se piensa y se siente, permitiendo generar cambios constructivos, positivos y alineados con los deseos individuales.